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Los fluidos supercríticos, especialmente el CO2, ofrecen alternativas sostenibles en la industria farmacéutica: permiten micronizar fármacos, extraer compuestos naturales, purificar compuestos e inactivar microorganismos esterilizando diversos materiales, sin emplear disolventes tóxicos. Estas tecnologías reducen el impacto ambiental y mejoran la eficiencia de los procesos productivos y de esterilización.
El sector farmacéutico es un pilar esencial de la salud pública y del bienestar global, responsable de desarrollar y suministrar medicamentos que mejoran la calidad y la esperanza de vida. No obstante, su actividad productiva plantea importantes desafíos ambientales y sociales. Tradicionalmente, la fabricación de fármacos se ha basado en procesos que requieren un elevado consumo de energía, el uso de disolventes orgánicos y la generación de residuos de difícil gestión. Estas prácticas, aunque eficaces desde el punto de vista tecnológico, resultan cada vez menos compatibles con las demandas actuales de sostenibilidad, eficiencia y responsabilidad social corporativa.