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El Grupo de Investigación en Mecanismos Fundamentales en Biología Celular de UIC Barcelona ha desarrollado una solución basada en el equilibrio microbiológico de la piel para personas con acné que evitaría el uso de antibióticos en estos pacientes.
El codirector del grupo de investigación y docente del Departamento de Ciencias Biomédicas de UIC Barcelona, Javier Jiménez, ha explicado que en lugar de abordar el acné como una enfermedad infecciosa “la hemos analizado como un desequilibrio de las bacterias de la piel”, por lo que el estudio que han llevado a cabo en adolescentes con y sin acné “se ha centrado en el equilibrio entre patógenos y protectores”. “El patógeno lo conocemos bien, pero no los protectores, que es lo que hemos buscado”, ha añadido.
En ese estudio, los investigadores detectaron que los jóvenes sin acné presentaban una bacteria que no estaba presente en los afectados por esta enfermedad, la aislaron, comprobaron su actividad antiacné y plantean el uso de extracto bioactivo de las mismas como tratamiento. Jiménez ha apuntado que el objetivo es que llegue al mercado como cosmético de aplicación tópica.
La principal ventaja de este tratamiento, según los investigadores, es que evitaría el uso de antibióticos, los fármacos más utilizados a la hora de abordar esta patología de la piel. Jiménez ha explicado que “muchas veces no se sigue bien la pauta” e incluso, aunque se empleen de forma correcta, “acaban perdiendo efectividad”. En esta línea, ha asegurado que en 2050 las predicciones de la OMS apuntan a que 10 millones de personas morirán por enfermedades infecciosas que hoy sabemos tratar, causadas por la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos.
Según el codirector del grupo de investigación en Mecanismos Fundamentales en Biología Celular de UIC Barcelona, el acné “lo sufren muchas personas” y, aunque sea leve, es una de las enfermedades “en las que más se emplean los antibióticos”, una situación que considera “insostenible”. De ahí, la importancia de desarrollar un tratamiento que “equilibre la piel y limite la aparición de resistencia a estos fármacos”.
En la actualidad, el tratamiento se encuentra en fase de análisis de toxicidad. No obstante, “por el origen de la bacteria que utilizamos, que procede de pacientes sanos, no creemos que tenga ningún efecto secundario”, ha indicado.
Al margen del acné, este tratamiento podría en un futuro ser empleado en cirugías prostéticas en zonas del cuerpo donde el acné está presente, como por ejemplo los hombros. “En una intervención de hombro, el cirujano puede contaminar la prótesis durante el proceso. El acné puede producir un biofilm en la prótesis una vez cerrada la herida y eso hace que se rechace el implante y que sea necesario volver a abrir”, ha afirmado. Sin embargo, ha dejado claro que la aplicación del tratamiento en este campo “es un terreno todavía por explorar”, ya que además “para ese uso debería tener un perfil de fármaco”.