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Los grandes descubrimientos suelen saltar del laboratorio a los medios de comunicación de la mano de un premio Nobel. En el caso que nos ocupa ocurrió en 2012, cuando el médico e investigador japonés Shinya Yamanaka recibió el galardón en la categoría de Medicina y Fisiología por un hallazgo que puede suponer el freno, cuando no el fin, de determinadas enfermedades asociadas al envejecimiento, como el Alzheimer, la sarcopenia, las dolencias cardiovasculares o el deterioro del sistema inmune.
Hablamos de lo que se conoce como reprogramación celular, un proceso mediante el cual se modifica la identidad o el destino funcional de una célula. Esto puede realizarse de manera total, transformando la célula en una célula madre pluripotente inducida (iPS), o de forma parcial o directa, preservando su identidad básica mientras se revierten ciertos marcadores de envejecimiento o se modifica su función.
Las células iPS, al ser pluripotentes, presentan riesgos oncogénicos, ya que su capacidad de dividirse indefinidamente y diferenciarse en múltiples tipos celulares puede conducir, si no se controla, a la formación de teratomas u otros tumores.
Shinya Yamakana culminó este hallazgo tras convertir células cutáneas humanas en células madre (capacidad hasta entonces asignada en exclusiva a las células embrionarias), modificando cuatro genes, ahora conocidos como los “factores de Yamanaka”.
El desarrollo posterior a este descubrimiento podría representar, según el director médico de Neolife, Alfonso Galán, “la revolución científica de este siglo, sin exagerar”. Para entender su alcance, bastaría con imaginar que una célula hepática envejecida pudiera transformarse en una célula joven del mismo órgano. Este avance abre la puerta a progresos médicos de enorme trascendencia, algunos de los cuales rozan lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción:
• Generación de órganos compatibles con el sistema inmunológico de cada paciente.
• Producción de células y tejidos funcionales para tratar enfermedades como la diabetes tipo 1 o el daño medular.
• Creación de modelos celulares de enfermedad para estudiar patologías en laboratorio.
• Cribado farmacológico personalizado, es decir, prueba de medicamentos en células específicas de cada paciente.
La reprogramación celular se halla en fase preclínica, esto es, en estudio in vitro y con ratones. Hasta dentro de una década, al menos, según opina este experto en medicina antienvejecimiento, no se podrán obtener resultados que permitan usarla en humanos. Antes, añade, tendrán que quedar resueltos dos grandes problemas: evitar la transformación tumoral y lograr una entrega segura y precisa a órganos específicos.
Por el momento, los estudios publicados ofrecen resultados prometedores. En ensayos realizados en el laboratorio del investigador español Juan Carlos Izpisúa, experto en biología del desarrollo, se ha conseguido mejorar funciones fisiológicas, prolongar la esperanza de vida y revertir signos de envejecimiento en órganos como el riñón, la piel, la retina, los músculos y el sistema nervioso central de ratones envejecidos, mediante la exposición cíclica y controlada a factores de reprogramación celular parcial.
Otro estudio de 2016 mostró que aplicar cíclicamente los factores de Yamanaka en ratones progeroides (con envejecimiento acelerado) aumentó un 30% su esperanza de vida, mejorando simultáneamente funciones musculares y pancreáticas. Y en un tercero, más reciente, de 2020, se restauró la visión en ratones con daño óptico mediante reprogramación epigenética en neuronas retinianas.
Todo ello “justifica nuestra excitación con esta terapia”, afirma Galán, que desarrolla su labor en el ámbito de la medicina antiedad, donde se aplica un rejuvenecimiento celular sin reprogramación aún, con otros enfoques moleculares, pero similares objetivos. En Neolife, firma pionera del sector, se llevan a cabo algunas de estas terapias, que se enmarcan en la denominada gerociencia traslacional.
1. Activación de sirtuinas (mediadores del rejuvenecimiento epigenético), sensibles al NAD, molécula esencial para la vida celular.
2. Potenciación de la autofagia y mitofagia celular para hacer limpieza de proteínas y orgánulos viejos.
3. Empleo de senolíticos, compuestos que eliminan células viejas disfuncionales (senescentes) que secretan mediadores inflamatorios.
4. Activación de la vía del AMPK e inhibición de la de MTOR, unas de las rutas metabólicas más importantes del cuerpo para mantener el equilibrio energético celular.
Y, también, por supuesto, prescripción de suplementos, dieta específica, optimización hormonal, manejo del descanso, ejercicio personalizado, y otras muchas. Esta terapia integral, advierte Alfonso Galán, debe iniciarse idealmente a los treinta y cinco años, que es cuando se sabe que los sistemas reparadores celulares comienzan a declinar. “Mantener la maquinaria en estado óptimo hoy, es lo que garantiza que podamos beneficiarnos mañana de lo que hoy está solo en fase experimental”, finaliza el experto.
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