por Peña Monje 15 de enero, 2018
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En una parte del mundo, a kilómetros de aquello que nos une, que sentimos cercano, se sustenta un comedor aseado con muebles sencillos y asequibles. Cuando las agujas del reloj marcan las dos de la tarde, la estancia se empieza a llenar de niños que corretean nerviosos y alegres por toda la sala. No llevan uniforme, las reglas las dejan para otros, y, las corbatas, para un futuro incierto que quizás no llegue nunca. Antes de comenzar: lavado de manos para quitar todo el polvo que hay entre las uñas y la moral. El menú de hoy: un nutritivo plato de conciencia y política con salsa agridulce para los Estados. El cocido ha sido lento y pausado, dejando casi sin respiro a muchos de los niños, mujeres y habitantes de muchas de las zonas de este maravilloso, y a la misma vez, desmesurado Planeta. Todo por la falta de organización, política y sentido común. Los nutrientes son escasos, acrecentando la malnutrición de este almuerzo carente de fundamento. Las jarras de agua fresca completan en glorioso menú. Ah, no había para todos.

.Y hoy, ¿qué tienen para comer en casa? Si en este momento está leyendo este texto, es probable que dos de cada tres personas que ocupan el espacio estén mal alimentadas. La malnutrición es un problema que nos atañe a todos, desde el hambre que acecha a los llamados países pobres hasta la obesidad que amenaza en aquellos llamados ricos. Tendemos a imaginar los casi 800 millones de personas que pasan hambre todos los días, o los 156 millones de niños menores de cinco años que sufren retraso del crecimiento debido a una desnutrición crónica, o también, porqué no, a los 50 millones de niños cuyas vidas están en peligro por la desnutrición crónica, pero no nos podemos olvidar de los 1.900 millones de personas que tienen sobrepeso, de las que 600 millones son obesas.
Por ello, es necesario explicar, a pesar de que muchas veces son utilizadas como sinónimos, las palabras malnutrición y desnutrición, ya que designan problemas de nutrición diferentes. La malnutrición se caracteriza por una alimentación que no reúne nutrientes de calidad en cantidades suficientes. Por el contrario, la desnutrición conlleva un déficit de nutrientes y el consumo de tejido muscular a falta de energías externas. Todos los casos de desnutrición, sin embargo, pueden ser englobados en la categoría de malnutrición.
Según Unicef, en 2011, los cinco países con el mayor número de niños menores de 5 años con desnutrición crónica fueron India, con 61,7 millones; Nigeria, con 11 millones; Pakistán, con 9,6 millones; China, con 8 millones, e Indonesia, con 7,5 millones. Según las estadísticas de la Organización Mundial de Salud, entre 3 y 5 millones de niños menores de 5 años mueren al año en el mundo por causas asociadas a la desnutrición. Los datos hablan por sí solos, y nos hacen entender, de nuevo, que la desnutrición se convierte en una incógnita global. Lo más triste es que a pesar de tantos y tantos números no llegamos a comprender lo que un número puede significar, ya que detrás de él existen millones de personas afectadas que sufren, día a día, el sabor de la incomprensión y de la injusticia.
Y el problema, una vez más, no es la cantidad sino la calidad de nuestras acciones. No es la falta de alimento, sino la falta de distribución y gestión de la mano que todo lo puede. Los gobiernos de los diferentes estados deberían asumir su responsabilidad en la protección de la población contra el hambre. Los intereses nacionales de cada estado líder se anteponen a la problemática social y nutricional que tiene el planeta entre manos. Según los datos del Programa Mundial de Alimentos, mientras el mundo se centra en otros asuntos, el hambre en África crece debido a la pobreza, los conflictos armados, el sida y la incapacidad de los gobiernos, destruyendo la estabilidad del continente poco a poco pero sin descanso.

Acciones de la Asociación Alblamoving
Para la Asociación Alblamoving (www.alblamoving.com) el tema de la malnutrición y desnutrición en África es de una importancia vital, por ello lleva a cabo un proyecto para la protección de la infancia con riesgo de desnutrición, falta de estimulación cognitiva, educacional y física. Las acciones se centran concretamente en el sector 24 de Bobo-Diulasso, perteneciente a la región de Houet, al este del país. Esta ciudad posee alrededor de 550.000 habitantes. Un tercio de la población infantil menor de 5 años padece malnutrición crónica. Un 10% de la población infantil padecen malnutrición aguda. Lo que desean es desarrollar métodos que les permita desarrollarse adecuada e íntegramente. Aquí es donde se encuentra la sede de la Association de Luto contra la Pauvrete de la Femme (A. L. P. F) y Saramaya Lolo, donde reside el grueso de las mujeres y niños partícipes en los proyectos activos. Asimismo, será el emplazamiento para la construcción de una escuela preescolar, ya que se considera uno de los barrios de la ciudad con mayor índice de desnutrición infantil, y con la falta de acceso a la educación en la primera y media infancia.
Y… ¿ahora? Los gobiernos de todas las naciones deben poner en marcha políticas que trasformen los sistemas alimentarios y de salud para que así todos los alimentos que lleguen a nuestros platos sean nutritivos y se comercialicen de forma sostenible y justa. Servirían políticas públicas eficaces en materia de nutrición, pero esto requiere la participación de diferentes ministerios, instituciones y empresas con una responsabilidad y compromiso social dirigido a este fin.
Las empresas dedicadas a temas de salud pueden realizar una labor muy importante para solucionar parte del problema, investigando en el campo de los nutrientes y diseñando complementos alimentarios específicos a un precio de acuerdo a la economía del sector al que va dirigido.
Imaginemos que aquel comedor lejano se acercara a nuestra realidad y a nuestros días. Que dejara los tintes pesimistas, el precario cocido y el fuego a media marcha. Imaginemos que se llenara de risas, de vitaminas, nutrientes y tiempo. Tiempo para recuperar aquello que otros dañaron, aquello que la injusticia se llevó a su paso y la incertidumbre del día a día que destruyó hasta su último resquicio. Imaginemos que ese plato se reinventa con miles y miles de políticas y trabajo. Imaginemos que, entre todos, este problema deje de estar en un segundo plato. Y no plano.
Imaginemos, tan solo una vez, no tener que fantasear porque será, de una vez, nuestra dulce y justa realidad.

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